Autor: CasiNadieLoSabe
*Realmente entre un webmaster y una webmistress
Hacía mucho tiempo que leía tu web. Había visto tus fotos, había fantaseado con tus relatos... Y me dabas mucho morbo. Estaba esa foto, especialmente ESA foto. Era verte en ella y mi cuerpo reaccionaba instintiva e instantaneamente.
Después abrí estas páginas virtuales que lees ahora.
Un día me llegó un correo electrónico tuyo. Fue en el que me confesaste que me leías, y que te excitabas leyendome. Me escribías sin saber que este yo que muestro en esta página es exactamente el mismo yo que tú conocías del correo electrónico y del messenger. Me contabas como te gustaba leerme antes de dormir cuando estabas sola y cómo te mojaba el solo leer. Incluso me relatabas cómo ibas tocándote y cómo ibas perdinedo la ropa según avanzaba la lectura del relato.
En otro correo me contabas que le habías pasado el enlace a tu compañera de piso y que ella y su novia lo leían en su cuarto antes de follar, y que en ocasiones tras leerlo oías sus jadeos, sus gemidos, y entonces te unías tú silenciosamente a la fiesta imaginando que tus manos eran las mías y que recorría rincón a rincón tu piel.
En el siguiente mensaje que me llegó a mi buzón fuiste mucho más atrevida. Me mandaste una foto, una inédita, no publicada en ninguna web. Me gustó mucho, por un lado. Por otro sentía la necesidad de decirte que era yo. Podía haber seguido el juego, haberme callado, no haberte dicho anda, e intentar que las siguientes fotos fueran más y más atrevidas. Pero opté por ser sincero y contártelo.
Creí que te lo tomarías a mal, pero te gustó. Te gustó que fueran míos estos relatos, te gustó saber que era conmigo con el que habías fantaseado tantas veces. Y te gustó la idea de quedar un día y conocernos. Pero tú tenías novio... y no querías serle infiel, ni yo que lo fueses. Y con el calentón que llevábamos encima ambos iba a costar trabajo no rozarnos.
Seguimos leyéndonos, seguimos fantaseando con las manos del otro, y seguimos masturbándonos pensando en el otro. Y seguimos leyéndonos y mezclando esa relación de amistad normal y corriente con darnos tanto morbo el uno al otro y fantasear...
Finalmente la curiosidad pudo más que la precaución y quedamos para tomar un café. Llevabas la misma ropa que en 'esa' foto, y debajo de la ropa no llevabas la misma ropa que en la foto... Yo iba aún 'disfrazado', pues iba directo desde el trabajo: traje y la corbata... en el bolsillo.
Charlamos, reímos, nos pusimos al día de nuestras vidas, se nos hizo tarde, bebiste más de la cuenta y fuimos a mi casa que estaba más cerca. Tenía tres habitaciones vacías, podías dormir sin problemas en una de ellas, pero tal y como estabas no podía dejarte conducir.
Habíamos evitado cualquier tema sexual para evitar tensiones y situaciones no deseadas, o deseadas pero que no debían llegar a suceder. Subimos a casa y te cedí una de mis camisetas a modo de camisón. Nos despedimos con dos besos castos y nos fuimos a la cama. Yo en ella no podía dejar de pensar en tí, en que te tenía en la habitación de al lado. Necesitaba acariciarte, necesitaba besarte... encendí el ordenador y abrí tu web en mi explorador. Leí una vez más tu último relato y vi tus fotos. Empecé a acariciarme las piernas, acercándome poco a poco a los genitales.
Me asusté al oir un ruido en tu habitación y me puse el pantalón del pijama con urgencia. Me dirigí a tu habitación, puerta entre abierta, y me asomé. Estabas sentada en la cama, desnuda de cintura para abajo y con mi camiseta puesta. Apoyada la espalda en la pared, recorrías lentamente con tus manos tu cuerpo. Con el dorso de la mano el cuello, deslizándose suavemente hacia el sur, cambiándo a la llema de los dedos al llegar a tu pecho, y siguiendo así hasta tus piernas separadas, primero el exterior de los muslos, después el interior, recorriéndolas de abajo a arriba hasta tu sexo.
Levantaste la mirada, habías notado mi respiración entrecortada por la excitación. No te avergonzaste, no paraste, continuabas con tus caricias y tu juego particular, mirándome a los ojos invitándome a que me uniera.
Leí tu pensamiento. No sé como te sentirías de culpable a la mañana siguiente, pero en ese momento no te parecían cuernos el vernos cómo nos masturbábamos, como si estuviéramos viendo una película porno, como si yo fuera tu película de aquella noche y tú la mía, que al fin y al cabo, era lo que íbamos a hacer.
Me quité la camiseta y el pantalón, quedando desnudo a tu vista. Jugaba a ser tu espejo, así nos acariciamos simultáneamente la oreja con la llema de los dedos, el cuello con el dorso de la mano... el pecho con la palma de la mano... y de ahí continuamos con el juego de manos hacia el vientre. Tú sentada podías llegar al interior de las piernas... yo en pié acariciaba los testículos masajeándolos mientras tu ibas acercando tus manos hacia la entrada de tu sexo...
Mis ojos seguían los movimientos circulares de tus dedos y me volvía loco esperar a que introdujeras tus dedos. Finalmente, mientras te chupabas el índice y el anular de la mano izquierda te masturbabas con la derecha, introduciendo primero uno y después dos. Yo por fin pasé a acariciar mi pene.
Alcancé el orgasmo y manché tus sábanas con mi semen. Tú mientras seguías tocándote, acercándote poco a poco, y yo mirándote embobado desde la puerta. Estabas preciosa...
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Hace 9 meses
1 comentario:
Mmmm como me ha puesto tu relato!
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