Ale es una francesita de 19 con la que llevaba compartiendo charlas online, y algo más que charlas, desde hacia ya algún tiempo. Es una chica muy fogosa y morbosa, le gusta excitarse, excitar y darlo todo para hacer gozar a la otra persona, una maravilla.
La oportunidad llegó cuando un compromiso familiar me llevó a Francia, casualmente cerca de donde vivía ella, y eso nos dio la excusa perfecta para el encuentro furtivo que llevábamos ya tanto tiempo esperando.
Quedamos en un parque del centro de la ciudad y Ale acudió muy puntual, vestida monísima para la ocasión, con unos tejanos oscuros, una camiseta bastante escotada con un estampado a lo
vintage y una cazadora negra. Llevaba su melena morena suelta, a merced del viento, como a mi me gusta, y unas gafas de sol que ocultaban sus enormes ojos negros pero que le daban un aspecto de lo más interesante.
Fuimos a tomar algo, charlamos, reímos, pero en el fondo ambos estábamos impacientes, pensando en lo que vendría después. Había reservado una habitación de hotel cerca de donde habíamos quedado y no tardamos en dirigirnos a ella.
Empezamos a besarnos en el ascensor del hotel, y para cuando llegamos a la puerta de la habitación ella ya había perdido la chaqueta y unos cuantos botones de la camiseta y yo ya tenia el pantalón medio desabrochado.
Abrí como pude la puerta, entramos en la habitación y nos tumbamos en la cama. Habían sido muchas noches fantaseando juntos, muchos días de ansia, y ahora no nos apetecían los romanticismos. En un momento me había deshecho de su camiseta y de sus pantalones, y ella de los mios. Ale llevaba un conjunto de ropa interior rosa, al igual que labios y sus uñas, con un sujetador que resaltaba sus tremendas tetas, le quedaba muy bien pero le duró poco puesto.
Me tumbé encima suyo y empecé a comerle la boca, el cuello, los pechos... llevaba tiempo soñando con sus tetas, y me apetecía enterrarme entre ellas, así que les dediqué un buen rato mientras mi mano se metía bajo sus braguitas.
Estuvimos un buen rato besándonos, mordiéndonos, lamiéndonos masturbándonos mutuamente, hasta que las ganas de follar fueron tan intensas que tuve que penetrarla. Tenía el sexo recién depilado, por lo que estaba muy suave y empapado, estaba tan lubricada que mi nada más apoyar mi pene en su rajita se deslizó sin problemas hasta el fondo. La follé bien fuerte, como le gusta a ella, sin dejar de acariciar sus tremendas curvas y llenarla de besos. Lo hicimos tumbados, sentados, a cuatro patas, y ella quería más y más ¡era insaciable! debería haberlo imaginado después de nuestras largas cibercharlas, pero nunca imagine que esa chiquilla de carita inocente iba a ser igual de viciosa en la realidad.
Finalmente me dijo que quería que me corriera, y empezó a chupármela con avidez, como si se acabara el mundo, y tengo que reconocer que lo hacia de maravilla. No tardé en correrme sobre su boquita, en esos bonitos labios que ya habían perdido todo su carmín debido a la pasión del sexo. Y Alex, tan juguetona, derramó mi leche sobre sus pechos y empezó a frotárselos, preguntándome si iba a tardar mucho en volver a estar a punto para ella...
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